jueves, 29 de noviembre de 2007

Y después de Uribe ¿quién?

Alguien hacía esta pregunta a un contertulio de Facebook, seguida de una retaíla en la cual hablaba de que sólo Uribe había trabajado por el país y que nadie, y mucho menos los críticos al uribismo, estamos a la altura de dar una propuesta.

Bueno, personalmente creo que si Uribe no ha dado las condiciones para que el país siga sin él (y hablo del país, no sólo del uribismo), ese es un fracaso de la gestión de Álvaro Uribe Vélez.

Siempre he insistido que nuestro país requiere de institucionalidad, más que de caudillos. Lo ideal es que el estado, representado por instituciones, sea fuerte e invisible. Que el estado sea invisible pero que esté ahí. Que no nos moleste con trabas, pero que cuando lo necesitemos para solucionar un conflicto, esté ahí y podamos contar con él. Y este modelo de estado no se logra con un caudillo mesiánico. Es más, el caudillismo es la antítesis del estado fuerte e invisible: es personificar al estado en un sólo hombre que tendrá, por ello, que echarse todo el peso del país encima.

Pero creo, que a pesar de que muchas fuerzas del país estén tratando de condicionarnos a que un solo hombre es y seguirá siendo la solución (una solución que no soluciona nada estructural porque dejará de ser indispensable), hay todavía muchas personas que tienen el país en la cabeza y pueden reemplazar sin problemas a nuestro actual presidente.

Dentro del mismo uribismo, y entendiendo por uribismo la continuidad de la agenda pro-seguridad democrática, pro-TLC, pro-no negociación con el terrorismo de las FARC, pro-negociación con el terrorismo de las AUC, vemos a personas como Germán Vargas Lleras o el mismo Andrés Felipe Arias. Actualmente afines a Uribe pero evolucionando están Noemí Sanín y Juan Manuel Santos.

En la oposición o desde la independencia, pero con esperanza de continuar los logros de la seguridad democrática, pero con un sentido más inclusionista, podremos ver a Antanas Mockus, a Rafael Pardo, a Rodrigo Rivera, a Sergio Fajardo o a Enrique Peñalosa, entre otros. Ninguno de ellos desmontará lo bueno construido por Uribe, ni tendrá miedo de desmontar lo nocivo del actual gobierno.

Ideológicamente opuestos hay también figuras presidenciables tales como Carlos Gaviria y Lucho Garzón. Ninguno de ellos acabará el país y se lo entregará a Pedro Marín y compañía o a Hugo Chávez, porque aunque haya algunos acuerdos ideológicos tanto Gaviria como Garzón son constitucionalistas y seguidores de las reglas del juego, tal como lo han demostrado en sus carreras políticas. Tal vez extrañemos palabras duras de condena de Gaviria contra las FARC, pero la propuesta política de las FARC es completamente contraria a lo que ha sido la vida pública de Carlos Gaviria. Lo mismo sucede con respecto a Chávez.

Tras analizar las cabezas, podemos ver a quienes los acompañan. El Álvaro Uribe de 2006 fue acompañado a la presidencia por partidos como el Partido Social de Unidad Nacional (Social y Nacional... una combinación con no muy gratos recuerdos), Colombia Democrática, Cambio Radical (que alguien analizaba que ni es cambio ni es radical) entre otros. Particularmente en el partido de la U decantó la clase política tradicional que salió del partido Liberal. En 2006 la U tenía más lastre de la política tradicional que la L. Y en todo este uribismo, no sólo está representada la vieja política sino, particualmente, la así llamada Parapolítica. Si hay algo que el Uribe de 2002 nos incumplió fue precisamente librar a Colombia de la corrupción política y ahora gran parte de esa corrupción política está acompañando a Uribe.

Vargas Lleras no arrastra la totalidad del Uribismo, y parte de la carga de la que se desprende está gran parte de esa política tradicional, pero el tiene su propia tradición política heredada y de llegar a la presidencia todo ese lastre hoy uribista se volverá vargasllerista. (La verdad se volverá cualquier cosa: hasta amarillo en el caso de que Carlos Gaviria llegue al poder: la política tradicional no se nutre de la oposición sino de la lambonería.)

Andrés Felipe Arias también tiene oposición interna en el uribismo y por otro lado no tiene maquinaria propia. La verdad, lo único que tiene en común el uribismo es a Álvaro Uribe: retirado el caudillo hay muchos intereses personales. Pero lo mismo que con Vargas Lleras: si de aquí a dos años y medio Arias puntea las encuestas, veremos a todo el Uribismo apoyándolo. El mismo análisis vale para Sanín y para Santos o para cualquier otro político hoy dentro del uribismo.

La gran ventaja que tendría un uribista diferente a Uribe es que tiene una oportunidad de sacudirse de cierto lastre uribista y crear un equipo nuevo y quien mejor oportunidad tiene, en mi concepto, es Noemí Sanín.

Mockus y Fajardo no tienen muchas malas compañías. Igual vale para Peñalosa. Ellos tienen la ventaja de no ser ni uribistas y anti-uribistas (Mockus se definía en 2006 como post-uribista) y como tales pueden ser una oportunidad de reconciliación. Conozco mejor la carrera de Mockus y por ello me centro en él. Su gran ventaja: no posee lastre político. Su gran desventaja: no posee lastre político. No llegará mal acompañado, pero igualmente, tiene un trabajo muy arduo para ser visto por todo el país como el sucesor de Álvaro Uribe Vélez (sucesor en el país, no en el uribismo, repito).

Por los lados de Pardo y de Rivera, a su alrededor está el Partido Liberal. Personalmente y lo que me gusta, no es el partido liberal de Serpa y Córdoba, sino el partido liberal de Gaviria y el peñalosismo. Es el partido liberal que trata de convertirse en una opción de centro. El que no despotrica contra Uribe, el que es afín a continuar lo bueno de la seguridad democrática, a considerar las oportunidades económicas del país antes que la ortodoxia neoliberal o marxista, en últimas al Partido Liberal que es liberal, y no que pretende ser social-demócrata o uribista. Pero en últimas es la misma razón social que nos ha gobernado con Samper (hoy Uribista y Samuelista), con Gaviria, con Barco, con Turbay (quien murió Uribista y tratando de refundar a la Patria), con López, etc.

Y sin dudas, si el Partido Liberal se fortalece da aquí a dos años y una de sus cabezas (Pardo, Rivera, Peñalosa, Gaviria) se perfila como uno de los más opcionados contendientes en la carrera presidencial, podríamos ver a la U y a Cambio Radical regresando a la bandera roja del liberalismo.

En cuanto a Carlos Gaviria y Lucho Garzón, he dicho que son constitucionalistas y como tal, aunque no lo digan, no son afines a las FARC, pero dentro del Polo Democrático Alternativo sí hay sectores afines a esa guerrilla, y hay focos de corrupción política y de clientelismo. Tenemos dos años para ver cómo se comportan Samuel Moreno y Antonio Navarro en sus nuevos cargos para ver qué tanto pesa el partido y qué tanto sus antiguas y nuevas alianzas. De Antonio Navarro tenemos el buen antecedente de su gestión en la alcaldía de Pasto (pero esto fue antes de que el Polo se formara como tal); de Moreno Rojas, el menos afortunado antecedente de la gestión de su hermano en la alcaldía de Bucaramanga, y el hecho que que Garzón tuvo que gobernar en gran medida sin su propio Polo.

En conclusión, sí hay quien pueda reemplazar a Uribe. Y hay varias opciones para escoger, tanto en el uribismo como fuera de él. Tal vez sea claro que mi favoritismo está en el centro (Mockus, Pardo), pero a la derecha y a la izquierda también hay buenas opciones, y hay muchas más opciones de las que he mencionado: en Colombia hay mucha gente inteligente a las que le cabe el país en la cabeza y no pretenden convertirse ellos mismos en el país... y también hay políticos.

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